sábado, 2 de abril de 2011

La Otan y Malvinas


En 1982, los argentinos sufrimos en carne propia la política de la OTAN. La Guerra de las Malvinas, marcó a fuego nuestra conciencia y nuestro corazón y demostró no sólo la fuerte alianza entre el gobierno de EEUU y la Corona Británica, sino también las significativas expresiones de solidaridad entre los países y los pueblos de Latinoamérica y el Caribe. A 60 años de la creación de la OTAN y mientras las heridas de la Malvinas permanecen abiertas, vale la pena reflexionar sobre aquellos hechos de un pasado no muy lejano que se proyectan al presente y hacia el futuro de la región. Las Malvinas en la mira del colonialismo: Mediante las guerras y la piratería, Inglaterra había construido un poderoso imperio que se apropia de enormes riquezas, derrota a otras potencias coloniales y, a principios del siglo XIX, alcanza el completo control de los mares del mundo. Marcha entonces hacia el Río de la Plata e invade dos veces, en 1806 y en 1807, nuestro territorio por esos años bajo dominio de la Corona Española. Producida la Revolución de Mayo (1810) y con ello la independencia, el gobierno patrio toma posesión del archipiélago. Pero en los años 30, Gran Bretaña, con el apoyo activo de EEUU, y tras una serie de actos agresivos, desaloja a la guarnición argentina y concreta militarmente la ocupación de las Islas el 3 de enero de 1833.


La guerra fría y los pactos agresivos:


En la segunda mitad del siglo XX, tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial y el avance de las luchas de liberación nacional en Asia, África y América, el gobierno de EEUU proclama abiertamente su intención de contrarrestar ese proceso mundial y amenaza con emplear la fuerza militar en cualquier parte donde sus intereses se vieran en peligro. Es pertinente recordar aquí que en 1947 Washington impuso a los países de la región el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR); y en 1948 promovió la fundación de la Organización de Estados Americanos (OEA) , verdadero ministerio de Colonias al servicio de la política expansionista y el intervencionismo de los EEUU en el continente. A nivel mundial impulsó la creación, en 1949 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), todos ellos tratados de naturaleza agresiva que minaban la idea de la seguridad colectiva basada en el principio de la coexistencia pacífica establecido en 1945 en la Carta de las Naciones Unidas. Al asumir la presidencia de EEUU en 1981 Ronald Reagan se planteó el objetivo de recuperación de los espacios políticos, geográficos y estratégicos supuestamente perdidos por la gestión “blanda” de su antecesor James Carter. En esa perspectiva, Reagan hizo suyo el texto que le proporcionó uno de los grupos de presión de la nueva derecha conservadora, el denominado Documento de Santa Fe. Y en relación a Malvinas, Reagan no tuvo dudas en alinearse con Gran Bretaña, su principal aliado en la OTAN, contra la Argentina, a pesar de que, en virtud del TIAR, debía haberla defendido frente a una “agresión extracontinental”.


Todo en nombre de la “amenaza del comunismo mundial” según piensan los autores del Documento de Santa Fe quienes sostienen que en América “la influencia soviética se ha expandido poderosamente desde 1959” (año del triunfo de la Revolución Cubana) y “Estados Unidos debe remediar esta situación”. Washington explicita sus prioridades al respecto en un documento aprobado en 1980 por el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Es el denominado Free Oceans Plan (Plan para el Océano Libre) donde explica la importancia estratégica del Atlántico Sur y señala: “Aun cuando los Estados Unidos puedan contar con un apoyo efectivo y duradero de la Unión Sudafricana y de la República de Chile, y eventualmente de la Argentina, que facilite la ejecución de sus planes para el extremo sur de los tres océanos, es indispensable contar con el apoyo de Gran Bretaña (…) que debe ser nuestra principal aliada en esa área, no sólo porque es nuestra amiga más confiable en el orden internacional, sino porque todavía ocupa diversas islas en el Atlántico Sur que, en caso de necesidad, podrían convertirse en bases aeronavales, de acuerdo con el modelo de Diego García o en punto de apoyo logístico como la isla Ascensión”.

Durante la crisis de Malvinas, Washington se atuvo estrictamente a estos criterios. Y, al fin de la guerra, logra, entre sus objetivos militares, la construcción de la Fortaleza Malvinas.


El saqueo de los recursos naturales


Además de las razones geopolíticas ya mencionadas, la ocupación de los archipiélagos del Atlántico Sur tuvo y tiene para los imperialistas un interés adicional asociado a la explotación de los cuantiosos y en algunos casos, como el petróleo, también estratégicos- recursos naturales de la región.. Sobre la magnitud de los recursos pesqueros existen numerosos estudios indicativos de que la pesca en esta zona representa alrededor del 10 por ciento del total mundial. En cuanto a las reservas petrolíferas, se han estudiado sobre todo en el área de las Malvinas. El general (R) Edgardo Mercado Jarrín, ex canciller del Perú, en un artículo publicado en 1982 habla de una cuenca estimada en 38.000 kilómetros cuadrados con reservas globales del orden de los 64.000 millones de metros cúbicos.


Un monte no tan agradable


La base militar de Mount Pleasant (que traducido es Monte Agradable) , a 60 kilómetros de Puerto Argentino, ocupa la región más llana de la isla Soledad, cercana al mar y sin obstáculos para el desplazamiento de aviones y helicópteros. Como la extensión es considerable una red de avenidas comunica las distintas instalaciones: cuarteles, hangares, campos de operaciones, la base aérea y dos barrios separados uno para los militares británicos y otro para los civiles, un complejo con cines y bares, y el aeropuerto de las islas también dentro de la base. En cuanto al equipamiento de que disponen en Mount Pleasant, es similar al que los efectivos británicos tienen en Irak y Afganistán. El funcionamiento de la base demanda al Reino Unido alrededor de 150 millones de dólares según consigna un artículo del diario La Nación del 7 de abril de 2007. Un precio no demasiado alto para el objetivo declarado de “proveer seguridad en los territorios de ultramar en el Atlántico Sur” y un negocio redondo para la Corona teniendo en cuenta las enormes ganancias que obtiene de la ilegal adjudicación de licencias de pesca y explotación de otros recursos naturales de la zona. Un dato revelador, consignado en el diario “El Malvinense” del 23 de enero del 2009, es que el 7 % del presupuesto de la OTAN está destinado a las Malvinas.


En nuestra mira: descolonización, paz y soberanía


En nuestra opinión este es un momento propicio para actuar enérgicamente por la descolonización de los archipiélagos de Malvinas, Georgias del Sur y Sandwichs del Sur, en defensa de nuestros recursos naturales, por el desmantelamiento de la Fortaleza Malvinas, por hacer del Atlántico Sur una Zona de paz y cooperación.]


En esta fecha es una buena oportunidad para denunciar el papel de la alianza atlántica y exigir su disolución, así como el retiro de la IV Flota yanqui de nuestras costas. No estamos hablando de “soluciones” militares sino de la necesidad de poner en marcha una gran campaña a nivel nacional, regional e internacional, lo cual incluye un debate de ideas para salir al cruce de argumentos falaces y falsas opciones como aquellas que pretenden contraponer la paz y la soberanía. La experiencia ha demostrado que la descolonización, la soberanía y la paz son indivisibles.


FEDERACIÓN JUVENIL COMUNISTA ARGENTINA

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