Alfabetización en villas.







¿ Cómo es el Yo si Puedo?

El Yo Sí Puedo (YSP) fue pensado por el Comandante Fidel Castro y creado por la pedagoga cubana Leonela Relys en 2001 con la finalidad de terminar con el analfabetismo en los países menos desarrollados en el menor plazo posible.

Al cabo de estos diez años, alrededor de cuatro millones de personas en más de cuarenta países han logrado alfabetizarse con el YSP, que ha sido adaptado en cada caso a distintas lenguas, dialectos y tradiciones socioculturales, colocándose así a la vanguardia mundial en lo que respecta a programas de alfabetización.

El YSP está basado en un método pedagógico socializador que contribuye a la formación integral de los hombres y las mujeres que con él aprenden y enseñan. Sus clases tienen un carácter global. Por medio de una serie televisiva de 65 video-clases de media hora de duración, ambientadas en un aula, se combinan métodos analíticos y sintéticos tradicionalmente utilizados para el aprendizaje de la lecto-escritura.

El contexto comunicacional abonado desde los videos, le sirve de apoyatura al maestro popular, aporta otras voces y refuerza el concepto de que el saber, lejos de ser patrimonio exclusivo de los maestros, circula en todo momento por todos y cada uno de los sujetos que participan del acto educativo.

En cada video-clase, a partir del disparador de una idea o frase que escriben los alumnos, se abordan también temáticas relacionadas a las “ciencias sociales y naturales”, que resaltan, entre otros puntos, la trascendencia de la historia cultural y social de los pueblos de Nuestra América, el respeto por los derechos humanos, por los derechos cívicos y el cuidado del medio ambiente.

A través de la presentación de una oración, cuyo significado propicia el debate y la reflexión, se analizan luego los componentes de las palabras de esa oración presentada (la sílaba, la grafía de los fonemas, la familia silábica), lo cual les permite a los alumnos del YSP reconstruir esos componentes en un proceso de síntesis para pasar a formar nuevas palabras, frases y oraciones con un sentido siempre enmarcado en distintas situaciones comunicacionales. De este modo, consolidan y ejercitan constantemente lo aprendido.

Por otro lado, una herramienta de la que puede servirse el maestro popular es la relación no arbitraria que este programa establece entre letras y números como un recurso nemotécnico para facilitar el proceso de aprendizaje.

La experiencia demuestra en muchos casos la utilidad de este recurso. El analfabeto adulto, a partir de la relación que se propone entre los números y las letras, puede aprovecharse de lo que ya constituye algo conocido por él (los números), para llegar a conocer aquello que todavía no reconoce (las letras). Por ejemplo, la identificación numérica que les corresponde a las vocales va del 1 al 5.

El maestro popular y el alumno cuentan con una misma cartilla guía. Este último además dispone de un cuadernillo con actividades para realizar entre clase y clase y todo este material está estrechamente relacionado con los contenidos de los videos.

Luego de una etapa final de consolidación, se trabaja en la redacción de una carta, que vendría a ser la prueba final del YSP, el hecho que da cuenta de la alfabetización del participante.

Esta carta va a Cuba y vuelve con el aval del gobierno cubano, con la ratificación oficial de que en el mundo existe un analfabeto menos gracias a este programa educativo, reconocido por la UNESCO por su inconmensurable aporte a la alfabetización de los pueblos del mundo.

Si bien el YSP ha sido planificado para poder alfabetizar masivamente a corto plazo, existe una segunda etapa del programa, que en Argentina se denomina “Vos Podés”, en la que las personas que ya han aprendido a leer y a escribir se abocan a una producción más elaborada y a la comprensión y al debate de textos más complejos.

Los alumnos o participantes del YSP suelen ser plenamente conscientes de los beneficios de superarse para poder participar activamente en la vida política, económica y social de su comunidad y de su país.

Durante todo el proceso educativo, el maestro popular es un compañero más, embarcado en el mismo propósito de los participantes. Por lo tanto, debe evitar dar órdenes, mostrar mucha comprensión y emplear siempre un tono amable.
Debe conocer qué le pasa a un participante, valorar qué problemas tiene, tratar de que no se produzca su abandono y propiciar su ingreso a la educación formal.

Toda esta tarea está coordinada por pedagogos cubanos que viajan periódicamente a nuestro país para ayudar a los facilitadores del YSP a formarse en la práctica como pedagogos populares.